EL CAMINO HACIA LA NOVENA (HISTORIA DE 8 COPAS DE EUROPA)
La hazaña de la Novena, conseguida en el Estadio de Escocia de Hampden Park, en Glasgow, tuvo el antecedente de las ocho anteriormente ganadas en otras tantas victorias épicas en las que jugadores que portaron con orgullo los colores del Real Madrid, lucharon hasta la extenuación para construir un camino de leyenda, forjado en el éxito y la grandeza de nuestro Club. Fueron ocho finales victoriosas que tuvieron su inicio hace 46 años en la ciudad de París, testigo asimismo de la Octava, pasan por Amsterdam, donde después de 32 años, el Real Madrid volvió a ocupar el podio europeo con la conquista de la Séptima, y terminan en París, escenario donde 2 años después se volvía a alzar con el título frente al Valencia. Esta es la historia de aquellas ocho victoriosas finales.
I COPA DE EUROPA (1955-1956)
La historia madridista, su
leyenda, su inigualable historial, su prestigio en el fútbol mundial, comenzó
a labrarse un 13 de junio de 1956 en la capital de Francia, París, cuando
en un partido pleno de emoción, derrotó al Stade de Reims, campeón galo y
anfitrión, en la primera final de la historia de la Copa de Europa. Era el
comienzo de las páginas más brillantes escritas en el fútbol mundial a nivel
clubes, el primer peldaño de una exitosa escalera que llevaría al Real Madrid
a ser reconocido por el máximo organismo mundial, la FIFA, como el Mejor Club
de la Historia.
Pero antes de llegar a esta apasionante final, el Real Madrid tuvo que dejar
en la cuneta a otros grandes equipos europeos de por aquel entonces. Como
bautismo de fuego, el Madrid tuvo enfrente al campeón de Suiza, el Servette
de Ginebra. Fue un 8 de septiembre de 1955 cuando el equipo del Bernabéu dejó
su sello en un emocionante encuentro disputado en tierras helvéticas ganando
por 0-2, resultado que se vería incrementado en el partido de vuelta en el
que un sensacional Madrid barrió a los suizos del terreno de juego y les endosó
cinco goles a cero. Este inmejorable debut hizo concebir grandes esperanzas
a los aficionados madridistas, que por aquel entonces todavía no eran conscientes
de la trascendencia que alcanzaría esta competición.
Tras los suizos, el sorteo decidió que el Partizán de Belgrado fuese el rival
de cuartos de final. una eliminatoria que estuvo en el aire durante varios
días al no existir relaciones diplomáticas entre España y Yugoslavia. Las
hábiles gestiones a nivel oficial realizadas por Raimundo Saporta hicieron
posible que se jugasen los dos partidos (4-0) en Madrid, y victoria para los
yugoslavos por 3-0 en Belgrado en un épico partido jugado sobre una capa de
nieve.
En semifinales, al Madrid le tocó "bailar con la más fea". El potente
Milán de los Schiaffino, Buffon o Maldini, por poner sólo unos ejemplos fue
el rival que le tocó en suerte. Como no podía ser menos en dos grandes equipos,
se vivió una apasionante eliminatoria resuelta a favor de nuestro Club por
un tanteo global de 5-4.
El Madrid se había plantado en la final a disputar en el Parque de los Príncipes
de París. Como rival, un equipo francés, el Stade de Reims, para añadirle
más dificultad a la empresa. En la fila de los franceses, hombres de
la talla de Kopa, Jacket, Hidalgo o Leblond. A los diez minutos el Madrid
perdía por dos goles a cero, aquello parecía la debacle, pero entonces salió
a relucir el orgullo madridista y tras varias alternativas el marcador señaló
al final un 4-3 definitivo a favor del Real Madrid.
Con la victoria llegó la apoteosis. La llegada del equipo a Madrid congregó
a miles y miles de seguidores madridistas que vitorearon a sus ídolos. El
Real madrid había ganado la I Copa de Europa y con ellos había abierto el
capítulo más brillante de su historia.
II COPA DE EUROPA (1956-1957)
La segunda Copa de Europa
tuvo un sabor especial. En primer lugar, la UEFA designó a Madrid, al Estadio
bernabéu, como escenario de la final, lo que suponía un valor añadido para
nuestro Club el tratar de coseguirla. Por otro lado, el Madrid se disponía
a defender el título que tan brillantemente había conquistado la temporada
anterior. Como primer escollo a salvar estaba un a priori asequible Rapid
de Viena. El sorteo parecía haber sido benévolo con los campeones, pero lo
cierto es que nunca antes el Real Madrid estuvo tn cerca de quedar eliminado.
El 4-2 de Madrid parecía un resultado insalvable para un equipo que lo mejor
que tenía era una dureza extrema, dureza que se aumentó en el partido de vuelta
y que tuvo al Madrid contra las cuerdas. Los tres goles conseguidos por el
delantero Happel en la primera parte parecían ser la sentencia, pero entonces
ocurrió un hecho memorable. Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid,
bajó a los vestuarios durante el descanso y dirigiéndose a los jugadores le
arengó para que se dejasen la vida en el campo, por nuestro Club y por España.
Había nacido la "santiaguina". El Madrid -que jugaba con diez por
retirarse Oliva lesionado en el primer minuto del partido, al no existir entonces
los cambios-, contuvo el empuje y dureza de los austríacos y de la mano de
Di Stéfano, autor del gol madridista empató la eliminatoria. Otra vez las
dotes diplomáticas de Saporta dieron sus frutos y logró que los austríacos
aceptaran jugar el desempate en el Bernabéu. Aquí, el Madrid no falló
y con goles de Joseíto y de Kopa, fichado este año por el Madrid, superó la
eliminatoria.
En cuartos, el Niza, un rival mucho más cómodo que fue superado con dos fáciles
victorias, 3-0 en el Bernabéu y 2-3 a domicilio, un resultado que ponía al
Madrid en semifinales, donde esperaba el Manchester United. Los "diablos
rojos", que se habían desecho del Anderlecth por ¡12-0!, marcándole diez
goles en el "infierno" de Old Trafford, esperaban apabullar al Madrid.
Sin embargo, en el partido jugado en Madrid, el campeón salió a resolver rápidamente
y en poco tiempo apabulló a su rival. Un 3-1 final dejaba las cosas muy favorables
para el Madrid. El infierno inglés lo apagaron rápidamente dos goles conseguidos
por Kopa y Rial. a la conclusión, un empate a dos tantos que dejaba al Madrid
en la final.
Como ya hemos comentado, el Bernabéu fue el escenario de la final, que tuvo
como contendientes al Real Madrid y a la Fiorentina. Era el 30 de mayo y los
pronósticos avanzaban una victoria fácil del Madrid pero el buen orden desplegado
por los italianos sobre el césped hizo que el nerviosismo cundiese entre el
equipo y la afición. Sin embargo, un claro penalti marcado por Di Stéfano
llevaba la tranquilidad a las gradas en el minuto 68. Poco después, Gento
ponía el broche final con un gol que suponía el 2-0. El Madrid había revalidado
el titulo y agrandaba su leyenda.
III COPA DE EUROPA (1957-1958)
Esa parecía ser la consigna
que corría entre los participantes en la tercera edición de la Copa de Europa.
Un sueño y un anhelo: ser los primeros en derrotar a los bicampeones al club
que años tras año parecía ser más fuerte que el anterior. Y era verdad. La
calidad que atesoraban los jugadores de la plantilla merengue era impresionante,
por lo que la empresa iba a ser poco menos que imposible.
El primer rival en sufrir el vendaval blanco fue el royal Antwep, que cayó
derrotado por un contundente 8-1 en el global de la eliminatoria: 1-2
a domicilio y 6-0 en el Bernabéu. Tras este "aperitivo" futbolístico
comenzaron las dificultades. Con los cuartos de final llegó otro equipo español
como rival, el Sevilla, que andaba bastante bien en la liga española, que
conocía a la perfección a los jugadores madridistas y que venía de eliminar
a todo un Benfica. El 23 de enero de 1985 fue la fecha señalada para el primer
asalto, en el Bernabéu. Comenzó el partido y a medida que fueron pasando los
minutos, los temores madridistas se fueron desvaneciendo. El Sevilla se empleço
con mucha dureza y artimañas mientras el Madrid, en un memorable partido,
puso el juego y los goles. Gol a gol fue borrando del terreno de juego a su
rival, al que venció por ¡8-0!, que dejaba al Madrid, salvo catástrofe, en
semifinales. El partido de vuelta, jugado en Sevilla, se saldó con un empate
a dos goles.
El Vasas húngaro se presentaba como el siguiente obstáculo. El Bernabéu acogió
el encuentro de ida. Llovió torrencialmente y el terreno de juego se convirtió
en un barrizal, que favorecía los intereses manieras. No obstante, los madridistas
realizaron un gran esfuerzo y a base de genio y buen juego, borró al Vasas
del terreno de juego. El 4-0 final era bastante elocuente de lo sucedido en
el partido. En la vuelta, el Madrid perdió 2-0, pero la eliminatoria siempre
estuvo de su lado. La final era un hecho. Bruselas fue la ciudad designada
para acoger la gran final que iba a tener como protagonistas a los dos equipos
más fuertes del continente: Real Madrid y Milán. El partido fue digno de los
dos finalistas. Ambos equipos ofrecieron lo mejor de sí mismos a los miles
de espectadores que enfervorizados no dejaban de aplaudir. Fiel reflejo del
equilibrio habido sobre el terreno de juego fue el empate a dos goles que
registraba el marcador a final del tiempo reglamentario. Esto suponía ir a
la prórroga. En la misma, el Madrid impuso su mayor poderío y a través de
Paco Gento, de fabuloso disparo, logró el gol que valía la tercera Copa de
Europa.
IV COPA DE EUROPA (1958-1959)
"Vamos a intentar ganar
la Cuarta Copa de Europa". Esta frase pronunciada por Santiago bernabéu
con humildad, pero con fiermeza, iba a convertirse en el más atinado augurio
de la temporada. Si en la campaña anterior el objetivo era derrotar al Real
Madrid, en la presente se había convertido en casi una obsesión para los participantes
en la Copa de Europa. Casi el hecho de vencer al conjunto blanco tenía más
"premio popular" que el proclamarse campeón.
El Real Madrid quedó exento hasta octavos de final, donde se encontró como
rival al Besiktas de Turquía, un flojo rival a priori, que tuvo en su portero,
Varol, una muralla casi infranqueable. El equipo turco puso en aprietos al
Madrid en el propio Bernabéu a base de entrega y dureza. Aún así, los madridistas,
que pusieron cerco a la portería rival, consiguieron dos goles de diferencia
con los que viajar a Estambul, donde les esperaba un infierno. Un par de semanas
después, el Madrid rindió visita a Estambul. En su propio terreno, apoyado
por una masa enfervorecida, el Besiktas aumentó su dureza. El Madrid supo
aguantar el antideportivo fútbol de su rival y terminó cosechando un valioso
empate a uno, con gol de Juan Santisteban.
El Wienner Sport Club, Campeón de Austria de aquel año, fue el rival en los
cuartos de final. Los austríacos eran unos enemigos difíciles, con un fútbol
de más calidad que los turcos, con lo que las dificultades aumentaban notablemente.
A la técnica que atesoraban unían una dureza sin límites, por lo que en el
primer partido jugado en el Prater vienés, los jugadores madridistas tuvieron
bastante con intentar salvaguardar su integridad. Al final, un empate a cero
dejaba expedita la eliminatoria. No hubo piedad. El Madrid realizó un partido
memorable ante sus incondicionales, derrotando por ¡7-1! a los austríacos
y dejando patente quién era el mejor equipo de Europa y por extensión, del
mundo.
Otra vez más el Real madrid se cruzaba con un equipo español, esta vez en
semifinales, y contra su vecino de ciudad, el Atlético de Madrid, que por
aquel entonces tenía un potentísimo equipo. Fue un duelo de rivalidad que
tuvo tres episodios para decidir el vencedor de la eliminatoria, que al final
sería el Real Madrid, con los siguientes resultados: 2-1 en el Bernabéu, 0-1
en el Metropolitano, y 2-1 en el desempate jugado en Zaragoza.
El destino quiso que la final fuese una reedición de la primera, enfrentándose
el Real Madrid al Stade de Reims. Los franceses acudieron a Stuttgart, sede
de la final, con ánimo de revancha. No obstante sus esperanzar comenzaron
a desvanecerse cuando Mateos, al minuto de comenzado el partido, consigue
el primer tanto madridista. Luego, tras el descanso, Di Stéfano remacharía
la victoria madridista con un segundo gol. El Madrid había barrido a los franceses
con un juego electrizante proclamándose como el "rey de Europa".
V COPA DE EUROPA (1959-1960)
La Copa de Europa se había
convertido en la competición más importante del fútbol mundial, y el Real
Madrid más que nunca, en el club a batir. A la hora de hablar de favoritos,
el mudillo futbolístico europeo se inclinaba por el Real Madrid, con sus cuatro
flamantes títulos europeos. En España, un amplio núcleo de aficionados veía
en el Barcelona el equipo que podría acabar con la hegemonía madridista.
El comienzo del Real Madrid no pudo ser más espectacular. Ante el modesto
equipo luxemburgués Jeunesse D´Esch el Real Madrid se convirtió en una apisonadora,
al vencer por 7-0 en Chamartín con goles de Puskas (tres), Herrera dos), Mateos
y Di Stéfano, lo que suponía poner en franquicia la eliminatoria. La vuelta,
a primeros de noviembre de 1959, en Luxemburgo, fue una contienda desigual,
porque el Real Madrid, a pesar de los retoques efectuados en su alineación,
venció por un claro 5-2.
El Niza, rival de cuartos de final, esperaba con las armas bien afiladas al
equipo madridista. Había verdadera ansia en Europa por ser el primero en dejar
al Madrid en la cuneta, y los franceses pusieron todo su saber y dedicación
a ello. Sin embargo, en el primer encuentro, celebrado en tierras francesas,
el Madrid se adelantó con dos goles que fueron dos mazazos para los intereses
del Niza. Luego, tras el descanso, el equipo francés dio la vuelta al marcador
con tres tantos que le otorgaban la victoria y una ventaja mínima para la
vuelta. La sorpresa no se produjo. El Madrid, en su estadio, liderado por
Alfredo Di Stéfano, dejó las cosas en su sitio y endosó a los franceses un
contundente 4-0.
¿Quién sería el próximo rival del Real Madrid en semifinales? El bombo deparó
un enfrentamiento con su más encarnizado rival, el Barcelona, ávido éste de
vencer a los madridistas para mayor gloria de sus colores. El Madrid parte
con la desventaja de jugar el primer partido en casa, pero el equipo, apoyado
por la afición que llena el estadio, da un baño a los catalanes a los que
derrota por 3-1. La derrota escuece y Barcelona se convierte en una olla a
presión. Desde los más insólitos estamentos sociales se pide "venganza"
deportiva. No obstante, el Madrid acalla pronto las voces de los seguidores
barcelonistas a base de goles. Puskas (dos) y Gento ponen al Madrid en una
franca ventaja, que es aminorada por Koscis en los últimos minutos. Un contundente
6-2 en el global de la eliminatoria que ponía al Madrid en la final de Glasgow.
Una final que se recordará por ser la de los récords: Público: 135.000 espectadores;
periodistas acreditados: 150; recaudación: más de nueve millones de pesetas;
y goles: 10, 7 para el Real Madrid y 3 para el Eintrach de Francfort. Fue,
en definitiva, una final eléctrica, en la que el Real Madrid apabulló a su
rival alemán. Un partido que no conoció la tregua y en el que el Madrid asombró
a Europa.
VI COPA DE EUROPA (1965-1966)
Habían transcurrido seis años
desde que el Real Madrid ganara su última Copa de Europa. Durante ese período
de tiempo el Real Madrid había acometido una profunda transformación. Hombres
cargados de gloria que habían elevado al Club a lo más alto del concierto
futbolístico como Di Stéfano, Del Sol o Marquitos habían dejado de pertenecer
a la plantilla blanca. Otros como Puskas o Santamaría estaban en la misma
pero ya no jugaban prácticamente partido alguno. A estas grandes figuras les
había sustituido un grupo de jóvenes liderados por el gran capitán, Paco Gento,
que configuraron el llamado equipo "ye-yé"
El camino que llevó a estos jóvenes a conquistar la sexta Copa de Europa no
fue un camino de rosas. La suerte fue esquiva y desde el primer instante fueron
enfrentándose a equipos de gran nivel. Primero, el Feyenoord holandés, en
una eliminatoria que solventaron los de Miguel Muñoz con una derrota por 2-1
en Holanda y una rotunda victoria, 5-0, en el Bernabéu. En la siguiente eliminatoria,
ya en octavos, un ligero respiro con el enfrentamiento ante los escoceses
del Kilmarnock, que cayó eliminado por un tanteo global de 7-3.
Los cuartos de final depararon un auténtico huso, el Anderlecht de Bélgica,
con el que existía, además, un pique de enfrentamientos anteriores. En Bruselas,
los belgas ejercieron un dominio avasallador, pero los jóvenes madridistas
capitaneados por Gento, supieron mantener el tipo. Una derrota mínima, 1-0,
saldó el partido de ida. En la vuelta, el Madrid se adelantó con un contundente
4-0, que a la postre se quedaría en un 4-2 que daba al Madrid el paso a semifinales.
Impresionante el siguiente rival, el Milán entrenado por Helenio Herrera,
un equipo formado por os mejores jugadores italianos del momento, reforzados
con los españoles Luis Suárez y Joaquín Peiró. Fue un enfrentamiento duro,
de lo más igualado: 1-0 en Madrid y empate a un gol en Milán, que ponían a
nuestro equipo en la final de Bruselas.
El Estadio Heysel, de tristes recuerdos años después, albergó la gran final
entre el Real Madrid y el Partizán de Belgrado. Se adelantaron los yugoslavos
ya en la segunda mitad, pero en una soberbia reacción del Madrid, Amancio
y Serena perforaron la portería balcánica, dando el sexto título a un equipo,
el de los "ye-yés", que asombró a Europa por la gesta conseguida.
VII COPA DE EUROPA (1997-1998)
Amsterdam: Treinta y dos años
después, el Real Madrid se proclama Campeón de Europa. Pero hasta llegar a
la final de Amsterdam, el Real Madrid tuvo que recorrer un camino bastante
abrupto. Los equipos que entraban en la disputa del torneo habían aumentado
en número, por lo que el torneo exigía una fase previa en la que ya entró
nuestro equipo, teniendo como rivales al Rosenborg de Noruega, al Olympiakos
de Grecia y al Oporto de Portugal.
En esta primera fase el Real Madrid arrolló a sus rivales. De los seis partidos
jugados el Madrid ganó cuatro, empató uno y perdió solamente uno. Ante los
noruegos, 4-1 en Madrid y 0-2 en Noruega. En Grecia el Madrid superó el infierno
de "El Pireo", el Olympiakos se mostró duro y correoso, difícil
de batir, sobre todo en su campo, donde el Madrid sacó un empate a cero. En
el Bernabéu, un claro 5-1 para los madridistas. El otro rival en la liguilla,
el Oporto, fue, a la postre, el rival más fácil. Dos victorias, 4-0 en el
Bernabéu y 2-0 en la ciudad lusa.
En cuartos de final nos tocó el Bayer Leverkusen, un equipo, el alemán, que
presentaba como valor más firme la fortaleza de su bloque. El primer partido,
jugado en tierras germanas, se saldó con un empate a un gol. En el minuto
73, Karembeau, el mejor del partido, lograba contrarrestar la ventaja obtenida
en el minuto 18 por el alemán Beinlich. En el partido de vuelta, jugado en
el Bernabéu, una clara victoria por 3-0 con goles de Karembeau, Morientes
y Hierro.
El rival de semifinales tenía categoría especial: el vigente Campeón de Europa,
el Borussia Dortmund, que pretendía apear al madridismo de su sueño. El partido
de ida, jugado en Madrid, estuvo marcado por el comentadísimo incidente de
la portería. El Madrid sacó la clase y casta que atesora y logró un claro
y merecido 2-0 que dejaba la eliminatoria muy favorablemente a sus intereses.
En la vuelta, gran partido de control por parte madridista, con Redondo y
Karembeau como figuras, y un empate a cero que dejaba al Madrid en la final
de Amsterdam.
En Amsterdam esperaba la Juventus de Turín, que accedía por tercera vez consecutiva
a la final de la Champions League, sin duda, el equipo más potente de Europa.
Pero los pronósticos, que eran ligeramente favorables a los italianos, fueron
hechos añicos por los madridistas, que impusieron su ritmo de juego durante
todo el partido, ahogando las intentonas de los italianos. En el minuto 66
Mijatovic recoge un despeje del meta Peruzzi y tras driblarle, logra un excepcional
gol que valió la Séptima Copa de Europa. Habían transcurrido 32 años desde
Bruselas´66.
VIII
COPA DE EUROPA (1999-2000)
Concordia en la final española. Madridistas y valencianistas dieron
una lección de concordia en París, donde estuvieron tan hermanados como los
equipos al comienzo.
París, la Ciudad de la Luz, adquirió un resplandor especial. Su cielo se iluminó
cuando los videomarcadores señalaban al Real Madrid como el ganador de la
última Copa de Europa del segundo Milenio, según unos, o la primera Copa del
tercer milenio, según otros. En definitiva, el Real Madrid volvió a ser el
mejor club del continente, por octava vez, alejándose aún más -a años luz-
de sus perseguidores y del sueño de algunos -ahora más remoto- de igualarle.
Fueron unos instantes, para algunos muy cortos, para otros eternos, en los
que el mundo -más de ¡dos mil millones de espectadores!- rindió pleitesía
al Mejor Equipo de la Historia. Comenzaba la fiesta de los protagonistas.
A la conclusión del partido se vivieron en el vestuario los instantes con
las primeras reacciones de los jugadores en privado, tal vez las más emotivas
y sinceras. Liberados de la presión del encuentro, de la responsabilidad y
de la fatiga, se dejaron llevar por millones de emociones contenidas.
Los bellos parajes del Bosque de Boulogne, en las afueras de París, fueron
el escenario ideal para albergar la cena que ofreció el Real Madrid para conmemorar
el triunfo de la Octava Copa de Europa. A la misma asistieron más de 550 comensales,
encabezados por el presidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz, y los miembros
de la Junta Directiva. Cuerpo técnico, jugadores, auxiliares, familiares,
empleados del Club e invitados, en lo que fue una velada marcada por la alegría
que suponía el haber aupado un peldaño más a nuestro Club en el camino del
Olimpo futbolístico. La Octava Copa de Europa, subida en un pedestal, presidió
la gala.
Al día siguiente, nada más aterrizar el avión que traía a la expedición oficial
se puso en marcha el primer acto de los programados para conmemorar el éxito
de París 2000. Comenzaba la fiesta de la Octava en Madrid. Un impresionante
autobús descubierto, decorado con las caras de los jugadores, la Copa de Europa
y con rostros de aficionados madridistas anónimos, era el vehículo en el que
viajaba la Octava, junto a sus mayores protagonistas, los Campeones de París.
El presidente, Lorenzo Sanz, y su junta directiva completaban la expedición.
La impresionante caravana partió del aeropuerto de Barajas hacia el centro
de la capital, atravesando las principales vías de la ciudad, jalonadas por
seguidores que vitoreaban a los campeones. El camino era sobradamente conocido.
No en vano se había realizado dos años antes con la "Séptima". El
rumbo no era otro que la plaza donde está enclavada la Diosa Cibeles, protectora
del madridismo.
Y como colofón, impresionante, sencillamente impresionante. Tan sólo 24 horas
después de conquistar la Octava, el Santiago Bernabéu se vistió con sus mejores
galas para recibir a los Campeones en una magistral fiesta de luz y sonido
que emocionó a las más de 80.000 personas que abarrotaron las gradas. Un espectáculo
soberbio en lo emotivo e impecable en su ejecución, sirvió para que todos
los madridistas recibieran a esta anhelada Copa en la que a partir de entonces
sería su casa.
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información sobre la Novena
15
Mayo
2002
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